Daniel Romano: finalmente libre.

The Mad Note Co. nos trajo de nuevo a Daniel Romano a nuestro país. La cita, en Madrid, fue en el Café Berlín. Hora de contrastar una vez más la división de opiniones que hay alrededor de su figura. Desde los que le consideran un impostor a los que creen estar ante uno de los mayores genios del rock actual, pasando por toda la escala de grises que hay entre el blanco y el negro. La sensación que nos queda después del concierto es que Daniel tiene una facilidad innata haciendo música y que, para bien o para mal, evoluciona más rápidamente que su público. Desde luego, los que añoran sus tiempos de heredero de Gram Parsons salieron más que insatisfechos del Café Berlín. Por el contrario, sus fans más abiertos de mente disfrutaron de un concierto impecable.

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Después de suspender las fechas inglesas, España ha sido el país elegido para comenzar el periplo europeo de su Finally Free Tour, que aunque lleve el nombre de su último disco no es una presentación al uso, pues apenas sonaron canciones del mismo. Ni rastro de los paisajes bucólicos que aparecen en él. Intensidad al máximo. Ecos de glam rock y (mucho) power pop. Momentos que nos hicieron recordar al art rock neoyorkino. Un concierto sin apenas pausas y que pasó como un suspiro. Sí, en realidad fueron apenas 55 minutos.

Hay que destacar el gran trabajo de una banda extremadamente conjuntada, que condujo la noche sin un solo traspiés. Ian Romano (su hermano), que demostró no estar allí sólo por parentesco, sino por su brillante y precisa pegada. No obstante, crecieron en una familia de músicos (cómo se nota que estuvieron rodeados de música desde pequeños). El apocado virtuoso del bajo Roddy Richmond (primo de Dick Rosetti, animador de la escena alternativa de Seattle), completaba la base rítmica. David Nardi (compañero en su proyecto punk Ancient Shapes, y bien que se notó) completaba la formación. Algún duelo de guitarras entre Daniel y él nos trajeron al recuerdo el inolvidable tándem Quine/Reed. Realmente cuesta creer eso que dice Daniel en las entrevistas de que nunca ensayan antes de girar.

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El repertorio recorrió prácticamente todos los discos de la ya extensa discografía de Daniel (salvo Come Cry With Me, su cumbre country rock). Muchos de los temas con una orientación distinta al original. Filosofía Dylan, por supuesto. La libertad creativa del canadiense le debe mucho al bardo de Duluth. El mayor foco se dirigió a Modern Pressure (su tema homónimo fue uno de los momentos estelares de la noche) y Mosey (un Toulouse casi irreconocible, el cierre con I Had to Hide Your Poem in a Song,…). Sin tiempo siquiera a bajarse del escenario (había otro concierto en la sala), el recital se completó con What´s to Become of the Meaning of Love y When I Learned Your Name.

Mención aparte merece su estilismo bohemio (pantalones rescatados del baúl de su abuelo, la gorra, el pañuelo y ay, esos calcetines verdes…) Acostumbrado a seguir sus impulsos, no podemos adivinar cuál será el siguiente paso del señor Romano, pero sabemos que estaremos atentos porque seguro es interesante. Un tipo multidisciplinar e hiperactivo (en el merchandising, junto a sus discos, podíamos encontrar sus libros de poesía y de ilustraciones) que hace lo que le da la gana, sin importarle si ganará o perderá fans. Algunos se han ido apartando, otros se han unido a su viaje.

Fotos y videos de Ana Hortelano.

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