Kassi Valazza dice que no sabe nada… pero lo sabe todo

Kassi Valazza edita su segundo disco, «Kassi Valazza Knows Nothing». Las canciones de este trabajo, según la cantautora afincada en Portland, recuerdan su infancia en los vastos espacios abiertos de Arizona. Sus letras retratan historias oscuras del Oeste, mientras que la música -dice- traza una delgada línea entre el country western y la psicología.

El disco ha sido producido por Kassi, Tyler Thompson y Taylor Kingman. Los músicos participantes en el álbum son Jay Cobb Anderson (armónica, guitarras, pedal steel, bajo, Farfisa), Taylor Kingman (bajo guitarras, voz), Lewi Longmire (pedal steel, piano, bajo, trompeta, violín, voz), Sydney Nash (teclados, guitarra acústica de 12 cuerdas, corneta, Wurlitzer, bajo eléctrico), Tyler Thompson (batería, bajo), Ned Folkerth (percusión) y Jefferson Longmire. La edición en vinilo, editada por Fluff & Gravy Records, constaba de sólo 200 copias y es, desde ya, una pieza cotizada de coleccionismo. También ha sido editado, en CD, por Loose Music.

Escucha «Kassi Valazza Knows Nothing» aquí

Ha habido gran fascinación en el underground en torno a la figura de Kassi Valazza desde la autoedición de su álbum debut de 2019 «Dear Dead Days», al que siguió un EP digital lanzado por sorpresa llamado «Highway Sounds» el año pasado. Ella es parte de esos nuevos compositores que fortalecen y amplían el sonido de la música folk country en nuestros tiempos. En estos años de pandemia, ha girado con gente como Melissa Carper y Riddy Arman, mientras preparaba sus nuevas canciones y firmaba con Fluff & Gravy Records, un sello conocido por lanzar a Anna Tivel y Margo Cilker. Muchos de sus compañeros citan a Townes Van Zandt y Joni Mitchell como influencias. Ella, sin embargo, ha señalado en alguna ocasión al mucho más desconocido Michael Hurley. 

«Kassi Valazza Knows Nothing» es una fascinante colección de canciones que hipnotizan a primera escucha con un sonido que va del folk inglés al dark country. Su banda de multi instrumentistas, TK & the Holy Know-Nothings, son los que han inspirado el título del álbum.  Son fundamentales en su sonido. El disco fue grabado en vivo en una habitación en apenas cinco días. La banda conoció las canciones en el estudio, con lo que los arreglos son casi improvisados. El talento de los guitarristas Jay Cobb Anderson y Taylor Kingman, que intercambian duelos de fuzz en varios momentos, eleva las canciones en varios momentos y las llena de una sutil psicodelia que es un marco perfecto para las letras de Kassi. 

«Rara vez encontrarás un compositor que escriba toda la canción; es una combinación de personas trabajando juntas. Cualquier cosa puede pasar cuando la gente no conoce las canciones porque es mucho más suelta y puede ocurrir más magia. Creo que eso es lo que pasó con este álbum.»

Curiosamente en un álbum que parece desafiar los límites, se abre con un “Room in the City”, la típica canción de carretera en la que extrañas al amante que no está contigo. «Watching Planes Go By» es desde ya una de las canciones del año. Inspirada en la pandemia, advierte sobre los peligros de ser conformista y dejar pasar las oportunidades aceptando el propio destino. Suena a clásico absoluto, con las guitarras entrando poco a poco hasta llegar a una jam psicodélica que recuerda a unos Tarnation en ácido. 

Todo el disco brilla a un gran nivel. «Corners» y «Song for a Season» son dos incursiones muy influenciadas por el folk británico, con muchas imágenes inspiradas en la naturaleza que sirven de marco a historias de desamor y pérdida.  Después de la tristeza que evoca «Canyon Lines», el retrato de una mujer que malgasta su vida trabajando para el departamento de carreteras y sin ninguna perspectiva más allá de ir muriendo poco a poco viendo pasar los coches y apurando un cigarrillo tras otro, llega «Smile». Es lo más parecido a una canción country del disco, con un trabajo de guitarras excelente y una melodía que nos hace pensar en el Neil Young más campestre.

Otro tema importante es el cierre del disco, una versión llena de melancolía de «Wildageeses», compuesta por Michael Hurley. Toda una reivindicación del infravalorado cantautor de Pennsilvania, que tiene a sus espaldas una carrera de seis décadas llenas de buenas canciones.

Kassi Valazza dice en el título del disco que no sabe nada, pero nosotros sabemos que sabe muchas cosas. Sabe los secretos del folk británico. Sabe manejar a una banda de campanillas. También la importancia de cada palabra en una buena canción. Y sabe pintar estados de ánimo y dibujar personajes. Un disco que la confirma entre los grandes nombres emergentes de la escena y que, ojalá, podamos ver por nuestras tierras. De momento está girando junto a Julianna Riolino y tiene confirmada una gira veraniega por el norte de Europa y su presencia en el exquisito Take Root Festival de Groningen.

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