¿Quién salvó a Wilko Johnson? Hasta siempre Wilko

A veces tengo un mal día. Sí, no importa cuánto relativices los pesares y las dificultades, cuánto hayas asumido que el contento interior te puede hacer invulnerable: a veces tienes un mal día. Cuando eso sucede saco un disco de su funda (suele ser «Hard Rain») y me digo: Dylan siempre me salva. Esto no tiene mucho sentido, sabiendo como sabemos que el de Minnesota piensa en él y no en nosotros cuando escribe sus canciones. Pero me consta que en las turbulencias no soy el único que se aferra a ellas.

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O no solo a esas. Tengo dos libros sobre mi mesa estos días. Uno tiene un título tan dramático como entrañable («No olvides las canciones que te salvaron la vida»); y el otro («1.050 discos cardinales») lo firma alguien que afirma que la música – comprarla y escucharla – le salvó la vida. ¿Es realmente salvífica la música? ¿O somos nosotros, los que nos zambullimos en ella, los que con ese acto ritual nos salvamos a nosotros mismos?

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En esas cuestiones andaba yo, cuando cogí en febrero de 2019 un tren a Madrid para ir a ver a Wilko Johnson. La historia es conocida: hace nueve años los médicos lo desahuciaron, y él se fue de gira, la que iba a ser la última. Le habían dado diez meses de vida y cuando terminaron los conciertos ya habían pasado once, así que pensó que todavía podía grabar un disco de despedida. Lo hizo y solo después entró en el hospital. ¿Le salvaron los cirujanos en esa descomunal intervención que se alargó once horas? ¿Se había salvado ya previamente él al preferir la música a la quimioterapia? ¿Le salvó la música, la energía misteriosa que emanaba de esas canciones?

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Wilko Johnson falleció este lunes 21 de noviembre a los 75 años de edad. Su música fue la banda sonora de los pubs británicos durante la década de los 70 y 80’s. Hasta siempre al diabólico y granuja Wilko Johnson.

Catálogo inflamable de canciones compuestas para Dr. Feelgood, siempre cargado de carburante en sus venas, aquel que provenía de su Canvey natal, una isla del estuario del Támesis y que albergaba uno de los complejos de refinerías petroquímicas más grandes y contaminantes de Inglaterra.

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Sin Wilko Johnson y Dr. Feelgood hubiera sido imposible el punk en Inglaterra a comienzos de los años setenta, cuyos adolescentes tomaron a la banda como ejemplo de cómo ser económicos y radicales.

Ni que hablar de esos cuatro discos históricos que hoy suenan como entonces, Down by the Jetty (1975), Malpractice (1975), Stupidity (1976) y Sneakin’ Suspicion (1977). Wilko quien suscitó más atención en la escena británica a mediados de los 70’s producto de la violencia frenética al tocar su instrumento, desarrollando una técnica que consistía en combinar los papeles de la guitarra rítmica y solista, tocada con los dedos sin púa. Wilko Johnson eterno. Descansa en paz.

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Fotos Ana Hortelano, Javier Naranjo y Desi Estévez. Vídeos Juan J Vicedo, Javier Naranjo, Jorge Taus y Carlos P. Báez.

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