Pigmy se manifiesta
Vicente Maciá, Pigmy, ha enlazado pasado y presente con la habilidad de quien es capaz de ver la unidad de las cosas o de encontrar el universo en lo que el llama su desordenado desván.
Vicente Maciá, Pigmy, ha enlazado pasado y presente con la habilidad de quien es capaz de ver la unidad de las cosas o de encontrar el universo en lo que el llama su desordenado desván.
El disco de Los Radiadores, de transparente vinilo violeta, se llama «Bailes de verano» y en realidad es como si fuera un EP con una buena ración de extras. La cara A son las canciones nuevas, y el lado B dos remezclas de viejas canciones y tres versiones en vivo.
En estos tiempos en que las novedades musicales consisten muy mayoritariamente en la repetición de fórmulas, en que la búsqueda no es un objetivo y la creatividad es una palabra que está en el diccionario, se agradece que Juanma Pastor y su banda ofrezcan cosas como este «Metonymy of sound» de Johnny B. Zero.
Matt Horan es Dead Bronco. Él decide cómo ha de ser en cada momento y quiénes lo componen. «The Annunciation», con su portada tenebrosa, es un látigo que se alza, queda suspendido en el aire unos compases y restalla con furia, y en media hora deja diez canciones y un instrumental.
Hay músicos cuyo cerebro puedes imaginar desbordado de colores, colores que son sonidos que lo pueblan y fluyen llenando todos los resquicios. Hablo de unos pocos privilegiados y entre ellos, que se cuentan con los dedos de una mano, estaba Prince. Y entre la borrachera de música que nos ha dejado me quedo hoy, en el segundo día del mundo sin su príncipe, con este fascinante N.E.W.S.
Existen discos igual de buenos que «The Lost Weekend” de Danny & Dusty (1985) pero no mejores .Dan Stuart y Steve Wynn reunieron para un fin de semana de cerveza y canciones a Sid Griffin, Stephen McCarty, Tom Stevens, Chris Cacavas y Dennis Duck. Ahí es nada: Green On Red, Dream Syndicate y Long Ryders en la misma cesta.
Existen discos igual de buenos que «Minstrel in the Gallery» (1975) de Jethro Tull pero no mejores. En 1975 Jethro Tull tenía siete álbumes a sus espaldas, dos de ellos con la etiqueta de obras maestras (Aqualung y Thick as a brick), a los que habían seguido otros dos muy discutidos (A passion play y War Child).
Existen discos igual de buenos que «Time Passages» (1978) de Al Stewart, pero no mejores. Al Stewart, escocés de Glasgow a medio camino de la nada, se hizo un hueco importante en nuestras tardes adolescentes con su sexto álbum «The year of the cat», un auténtico bombazo en el año 1976, que le colocó en los primeros puestos de las listas y le hizo vender muchos discos.
Existen discos igual de buenos que «Parallel Lines» (1978) de Blondie. Cuando Blondie cayó en las manos del productor Mike Champman para la grabación de su tercer disco eran una banda que había ofrecido dos espléndidos álbumes en la onda que agitó a mediados de los setenta las calles neoyorquinas y algunos hoy legendarios locales -como el CBGB o el Max’s Kansas City.
Existen discos igual de buenos que “Sanctuary” (1978) de los The J. Geils Band pero no mejores. Hay bandas inmensas a las que no se les ha dado el reconocimiento que merecían, y una de ellas es sin duda la de J. Geils, que a pesar de haber publicado más de una docena de álbumes entre 1970 y 1984,